lunes, 24 de octubre de 2011

Oscuridad de la noche, madre nuestra, ¿estas aquí para vigilar? Esquilo, Euménides.

El ser humano respecto a su esperiencia en la realidad, desde la perspectiva occidental se resume en el aislamiento individual para salvar su propia supervivencia, la mayoría de las personas parecen asumir la libertad en la forma y no en el fondo. El peligro se encarna en el dominio de la superestructura, en la cultura, siendo lo único que nos importa. La cultura es nuestra defensa y una manera de aclamación para los creadores de arte. Si luchamos por nuestra cultura estaremos luchando por nuestra vida.
Nuestra vida como circunstancia es algo real y simbólica pero hemos olvidado la alianza entre nuestro yo y la naturaleza, debemos esforzarnos por recuperar el sentido místico y mágico de la vida a través de la emoción y el sentimiento erótico de la unión que surge cuando nos entregamos a convivir con la naturaleza.
Si observamos nuestro cuerpo como un lugar sagrado, como parte de la naturaleza, nuestro físico será reemplazado por una presencia espiritual. Venimos soportando un terrible vacío que llenamos de otras cosas a consecuencia de que nos ha llegado el hambre hacia una fuerte sensación de necesidad de lo sagrado como pérdida de nuestro pasado remoto, pero que aún así, las molestias se hacen visibles cuando lo descuidamos o lo tapamos.
Desde nuestra cultura Occidental el ser se experimenta desde lo exterior, no desde lo interior. Nuestra naturaleza arcaica ha dejado de consagrarse milagro, ....POR ESO, atrebámonos a hundirnos en la tierra, dejémos huella en nosotros y alcancemos la autonomía psicológica desafiando la independencia existencial del cuerpo físico, volvámonos un aura vital, una abstracción de la vida orgánica para asociarnos con otros elementos, agua, tierra, fuego o viento, seámos sagrados para nosotros mísmos. Dejémos de alimentarnos en las ruinas de la cultura moderna.

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